DE VIAJE CON SABRINA: Feliz viaje eterno para mi padre

Buen día, mis queridos lectores. Hoy quiero compartir con ustedes la noticia de un viaje, pero no de esos a los que les tengo acostumbrados. Me refiero al que acaba de hacer mi padre hacia el encuentro con el Señor. Ante su partida me quedo triste, pero prefiero recordarlo como si estuviera vivo.

Carlos Brugal era su nombre. Tenía 92 años y un manojo de vivencias que doblaban esa edad. Hombre de alma libre, amante del campo, de la ganadería, de la naturaleza, en fin, de la vida.

Como en todas las familias, hubo momentos en los que quizás no estuve de acuerdo con su accionar, pero aun así respeté su forma de ser: un ser humano auténtico.

Con mi madre Ana Salime Tillán procreó, además de mí, a mi hermano Carlos Eduardo. En otra relación tuvo a mi hermano menor, Carlos Brugal Naranjo.

Su vida transcurrió entre el campo, el mar, los ríos y todo lo que le reportara la satisfacción de sentirse vivo. Era independiente, enérgico y con una entereza que lo llevó a manejar su carro aún con sus 92 años.

Lo recuerdo tanto yendo y viniendo de su finca, que era su refugio. Creo que de él saqué esa pasión por conocer nuevos lugares, por mantenerme en constante movimiento de un lado a otro para explorar cosas nuevas.

Era experto en “gobernarse”, pero sin dejar de asumir su responsabilidad como padre y como empresario. Nos allanó el camino para que tuviéramos una vida cómoda en un país de tantas carencias, se preocupó por nuestros estudios, nuestros valores y sobre todo, para que fuéramos personas de bien para la sociedad.

Tampoco descuidaba sus obligaciones y mucho menos abandonaba sus sueños. Uno de ellos fue la fundación de la Urbanización Brugal, en San Francisco de Macorís, una iniciativa que despertó en él la alegría de un deseo concretado, y en el pueblo, una nueva forma de proyecto de vivienda. De ahí que fue obteniendo más terrenos y ganando razones para quedarse en lo que siempre amó: la vida del campo.

Su viaje al destino final nos deja un gran vacío, pero sabemos que donde esté, también lo está disfrutando, porque así era él: un ser de alma libre. Descansa en paz, papi.

Ver el artículo original en el Listín Diario - La Vida miércoles, 31 de octubre de 2018

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